Por BLAS A. BUENDÍA

Si bien la sociedad en su conjunto ha hecho pronunciamientos, particularmente en las cadenas que ofrecen las Redes Sociales, absolutamente nadie quisiera ver perdido el México que aun conocemos, cuando un desquiciado pretende ver a toda la nación totalmente despedazada, producto de la inefable kakistocracia que, cotidianamente emana como fétido hedor de la boca del presidente Andrés Manuel López Obrador.

En este contexto, la Academia de Derecho Penal del Colegio Nacional de Abogados Foro de México, A.C., enarboló una serie de reflexiones en las que sobresalen la confronta que existe entre la Abogacía Independiente de la República y el Poder Ejecutivo Federal, es de un pasado reciente.

En estos enfrentamientos existen dos vertientes: la de los letrados que dicen es “blanco”; y la de Andrés Manuel López Obrador que dice es “negro”, La veracidad no la pueden expresar conjuntamente las dos partes, toda vez que se sostienen opiniones contrarias; por lo tanto, una de esas partes sostiene una inexactitud, una falacia.

Esto autorizaría a expresar a los hombres de buen pensar que lo que refiere el Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos es un embuste, una irrealidad; pero, como los letrados dicen tener la razón —en cuanto a que el Ejecutivo no respeta la Constitución—, los hombres de leyes tienen el entendimiento, quiere ello decir que la autoridad sostiene en esos enfrentamientos causas jurídicamente perdidas.

En las referidas confrontaciones —eso se tiene que decir—, los togados sostienen tesis diametralmente opuestas a las de la Cuarta Transformación de la Nación. Proceden, siempre proceden, de buena fe; porque esos letrados defienden la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos la cual representa la verdad tal como se ve desde el ángulo visual del Estado de Derecho que rige a México.

En esa divergencia de opiniones siempre se apersona la balanza de la justicia, la cual es y constituye su símbolo tradicional, esa balanza con su mecanismo es la que va a decidir y decide cuál de las dos opiniones dice la verdad. La abogacía, por una parte, pone en su plato correspondiente la Carta Magna, la verdad y por sobre todo a México.

En el plato opuesto, Andrés Manuel López Obrador en su carácter de Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, pone su natural forma de gobernar, de “pensar”, es decir la manera de interpretar su combate a la corrupción, su simulado respeto a la ley y su deseo de dar continuidad a su proyecto de Nación.

Hoy, por hoy, se entiende que su desastrosa frasecilla “…a mí no me vengan con el cuento de que la ley es la ley…”, el señor López Obrador proyecta convertir a México, no tan solo en una república bananera, sino en un apéndice del régimen socialista al muy estilo cubano de Fidel Castro, quien fue su maestro ideológico cuando viajaba a la isla para recibir lavados de cerebro.

La citada Academia, advierte además que el abogado, como jurista, tiene la virtud de descubrir y revelar los aspectos más recónditos y secretos de la verdad, hasta el punto de dar al profano, el cual carece de esa virtud, el conocimiento para actuar. La Abogacía Independiente de la República no altera esa veracidad, por el contrario, la dice y fuerte, no la oculta.

Esas son las dos vertientes que existen ante los ojos de nuestro México.

¿Cuál de esas dos posiciones traiciona la verdad?

Los abogados que refieren que el Ejecutivo protege a la narco-política o el Presidente que dice que se deben de dar abrazos y besos a la delincuencia, a pesar de que en la guerra contra el narcotráfico, viene dejando una estela de dolor y muerte. Frente a toda esta complejidad, “¡la Justicia, tiene la palabra y en su balanza se contiene la verdad! ¡Es cuánto!”, puntualizó el presidente de la Academia de Derecho Penal del Colegio Nacional de Abogados Foro de México, A.C., Alberto Woolrich Ortiz.

MÉXICO, AL RESCATE DEL CASI MÉXICO PERDIDO

Al correo electrónico de este reportero free lance, llegó una descripción que la convierten en una “extraordinaria disculpa si hiero susceptibilidades. Por nada de este mundo quiero perder tu amistad, así como tampoco quiero perder el México que conocíamos. Mi rechazo es contra de aquél que está despedazando a mi país”, se suscribe en el muro del C. Pablo Gómez Martínez, cuyo texto impacta por la destreza de su redacción.

México No era perfecto.

Ni un paraíso, pero tenía todo lo que ahora No Tiene.

México, tenía medicinas.

México tenía Seguro Popular.

México tenía guarderías.

México tenía refugios para mujeres.

México tenía comedores comunitarios.

México combatía al narcotráfico, no pedía respetar sus derechos.

México respetaba a sus Fuerzas Armadas, no las usaba como trabajadores de obras, ni les exigía someterse a la humillación ante el «pueblo bueno» y los delincuentes.

México tenía instituciones independientes y no secuestradas por oportunistas.

México tenía un INE independiente que lo llevó a usted (Andrés Manuel López Obrador) a la presidencia.

México tenía oposición política en las Cámaras y no servilismo clientelar.

México tenía libertad de expresión y libertad de exigirle al gobernante resultados sin ser blanco de agresiones o amenazas.

México era un solo país UNIDO contra un gobierno corrupto. Hoy es un país dividido por el odio de un gobierno…unos contra otros.

México participaba en Relaciones internacionales.

México participaba en Foros mundiales.

México competía en ciencias, tecnología, y deportes.

México tenía Instituto para jóvenes emprendedores.

México tenía un avión a la altura de nuestro representante ante el mundo.

México tenía una casota fifí para ser ocupada por su gobernante, y no un palacio para un emperador.

México tenía prensa seria, responsable y no actores.

México tenía a los delincuentes presos y no liberados con amnistía.

México caminaba en vías de desarrollo con un crecimiento sostenido y a la par con EU.

Si Morena vuelve a tener mayoría en la Cámara, dentro de uno o dos años más, no va a haber INE, ni TRIFE, ni SCJN, ni INAI, ni Prensa o medios libres. Y a lo mejor ni Partidos, ni aspirantes, ni procesos internos, ni militantes con «derechos» a ser candidatos.

¿Suena exagerado? ¿Suena fuera de proporción? —¡Claro que no!—.

Por eso digo que mi vida depende de mi voto. Yo voy por la COALICIÓN (Va por México) porque es la solución que se forjó. Entiéndase bien: No soy priista, ni panista, ni ningún otro. Solo quiero hacer contrapeso para que ese maldito loco no se acabe nuestro país. No me importa si «antes robaban más» o era menos. El punto es hoy y éste descerebrado no acaba aún.

AMLO-co va por la Cámara; no ha perdido el enfoque. Y nosotros no podemos perder el enfoque.

Debemos ir, por obligación, al rescate de las Cámaras.

Las gubernaturas  y las alcaldías deben ser coadyuvantes  para el objetivo central.

Diputaciones federales y locales.

Y todos tenemos que aportar, si se necesita, ceder para la unidad al propósito vital: «¡Vamos por la Cámara!»

Es una tristeza y una irresponsabilidad en todos lados, que aspirantes que compitieron y no ganaron se cambien de partido como si fueran futbolistas que se ponen otra camiseta.

Se nos avecina una gran lucha. Si se recupera autonomía de la Cámara, va a poder pensarse en nuevos proyectos políticos democráticos. Sería la gran restauración de nuestra República, hoy en manos de bandidos que pertenecen a la kakistrocracia.

Si AMLO —es como hablarle a una pared…—, volviera a ganar, México entraría al pleno autoritarismo antidemocrático, que, para quitar a los oclócratas del Poder, solo sería con base a una revuelta social, que sería la última opción.

Mi vida depende de mi voto. Voy por la Coalición y no sólo con mi voto, sino con el tiempo y apoyo que pueda dar.

¡Haz algo por tu futuro, por el de tus hijos y tus nietos!