Si no hay cambios de última hora, el lunes 8 de mayo el ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Alberto Pérez Dayán, presentará al Pleno su proyecto de eliminación de por lo menos la mitad del paquete de reformas electorales conocido como Plan B de Reforma Electoral que ha defendido con uñas y dientes el Presidente Andrés Manuel López Obrador, pero cuya suerte ya está echada.

Los constantes ataques que desde su conferencia mañanera en Palacio Nacional ha lanzado el Presidente López Obrador contra los ministros de la Suprema Corte, con especial dedicatoria a su presidenta Norma Lucía Piña Hernández, han resultado contra producentes, pues los férreos defensores de la Constitución Política de Los Estados Unidos Mexicanos, están empeñados en demostrarle al mandatario tabasqueño que en México sí hay leyes y no son precisamente las que pretende imponer el Presidente de la República.

Bastará con que los ministros del máximo tribunal del país demuestren que hubo desaseo legislativo en la aprobación de los nuevos articulados para que con la ley en la mano invaliden la reforma que por mayoriteo pretendieron imponer las bancadas del Partido Morena y sus aliados y de este modo hacerle ver al primer mandatario que los poderes Ejecutivo y Legislativo del Pacto Federal no están por encima del Poder Judicial de la Federación.

El Presidente de la República ha tachado incluso de alcahueta a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, pero esta se mantiene firme en su decisión de hacer valer la ley al precio que sea, una amarga medicina jurídica que al mandatario no le gusta ya que está acostumbrado a imponer su voluntad y aunque la oficina de la Presidencia de la República intenta tachar de ilegal el actuar de la Suprema Corte, el clausulado del artículo 141 Constitucional es bastante claro, pero el mandatario se niega a verlo así y aunque en varias ocasiones algunas turbas de simpatizantes de Morena se han apostado frente al edificio sede del máximo tribunal, algunas hasta en forma grotesca como la de cierta mujer que vestida de soldadera solo fue a hacer el ridículo, tal presión política no ha hecho mella en los ministros.