Por BLAS A. BUENDÍA
Resulta ser una verdadera ironía que los Siervos de la Nación de la Cuarta Transformación de la República —que afirman saber todo acerca de las condiciones en que se deba aplicar la ley y que con frecuencia sostienen que una de las principales razones por las que odian el pasado es porque en dicho pretérito los gobernantes no aplicaron la Constitución—, se encuentren entre los últimos en percibir que nuestra Carta Republicana se haya anunciado el final de su propio discurso.
Para la Academia de Derecho Penal del Colegio Nacional de Abogados Foro de México, A.C., “es comprensible que políticos como Andrés Manuel López Obrador, con intereses diferentes a nuestro Pacto Federal puedan pensar que todos los abogados deberíamos estar interesados también en su forma de cavilar, actuar y gobernar y que lo que es bueno para la Cuarta Transformación de la Nación es bueno para todos y en especial para México”. Graso error.
Pero —añade— lo que resulta particularmente interesante es la ceguera jurídica que denotan nuestros gobernantes y es que piensan que su muy particular modo de percibir el pasado es esencial para el futuro de nuestro México.
Y conjetura: “Si verdaderamente Andrés Manuel López Obrador en su calidad de Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, quisiera aprender del pasado (y del presente) tendría que saber que el Estado —su Estado— se encuentra limitado por el Derecho inserto en la Carta de Carranza y que en esa Suprema Ley en el ayer, se le enriqueció con la inclusión de derechos sociales, por ende ese Texto Republicano, no es política ya que en 1917 se le convirtió en Ley Suprema con particulares y definidos intereses político-sociales.
“Para conocimiento de Andrés Manuel —subrayó— a la luz de la Doctrina de las Ciencias Político-Sociales, se ha demostrado dialécticamente en el pasado y en el presente la distinción esencial que existe entre lo que él supone ser un documento puramente político para utilizarlo exclusivamente a efecto de llevar a cabo sus fines de gobernanza y la Constitución Político-Social”:
Pero, la citada Academia, lamenta: “El instrumento de López Obrador pertenece muy al pasado y eso no corresponde ya a nuestra época; la Constitución de Carranza es hija de nuestro tiempo y se proyecta hacia el brillante porvenir de nuestra Patria. De eso no existe retroceso alguno, sino solo existe en la mente de los villanos retrógrada que ni siquiera respetan lo que es la palabra ¡JUSTICIA!”
En este contexto histórico, la Abogacía Independiente de la República quisiera que el saber del Poder Ejecutivo Federal alcanzara a comprender que el documento histórico de 1917, que en pocas horas celebra un aniversario más, expresa el sentimiento y necesidad del pueblo, sus mejores ideales de justicia y reivindicación, los cuáles encausan adecuadamente a la soberanía dentro del orden y la legalidad.
“Si ello algún día ello lo pudiera identificar Andrés Manuel López Obrador, lograría que todos los mexicanos en diáfana conjugación de intereses nacionales, conjuntamente con el Poder Ejecutivo asegurarían el ejercicio normal de nuestras instituciones republicanas y se garantizaría con ello el derecho inalienable de los mexicanos para lograr un verdadero avance en bien de toda nuestra Patria. ¡Es cuanto!”, precisó el abogado penalista Alberto Woolrich Ortiz, presidente de la Academia de Derecho Penal del Colegio Nacional de Abogados Foro de México, A.C.
Para puntualizar, en anteriores entregas se ha advertido que México vive en la completa degradación, porque para el tristemente célebre de la 4T, (Andrés Manuel López Obrador), “no existe ni la Constitución, ni la Justicia —‘a mí no me vengan con el cuento de que la ley es la ley’—; ni la Dignidad, ni la Congruencia, ni la Diplomacia, y lo peor, ni el amor por México”.
El Ejecutivo federal, para ni siquiera equilibrar la balanza, actúa muy acorde a la Ley Juarista: “Para los amigos, justicia y gracia. Para los enemigos, la ley a secas”.
Es urgente y necesario que, en la víspera de cada una de las mañaneras, al presidente Andrés Manuel López Obrador se le practique la prueba antidoping y un examen psiquiátrico, con la finalidad de conocer si está cuerdo de lo que va a decir, para evitar que resbale como lo ha venido haciendo desde el inicio de esta fatídica administración.
¡El sexenio de las mentiras!