La Alcaldía de Iztapalapa tiene un algo que conquista, quizá sean la magia y el color que se perciben, en la recreación de sus tradiciones, como su peculiar carnaval, donde comparsas de todos los barrios de la jurisdicción como Santa Bárbara, La Asunción, San Miguel, San Ignacio, San Lucas, entre otros se visten de fiesta en una peculiar forma de celebración de la llegada de la Semana Santa cuyos tintes son únicos.

Carros alegóricos con sus respectivas reinas de barrio, muchachos que disparan al aire cohetones con armas de fuego de fabricación casera, demonios que asustan con sus muecas a los niños espectadores, hombres vestidos de mujer que, al pasar por las calles del centro de la populosa jurisdicción, reparten abrazos y besos, alegres bandas gruperas, donde el ronco sonido de los oboes, se conjuga con los acordes de trombones y trompetas, sin faltar las características tamboras.

La fiesta en las calles de los ocho barrios de Iztapalapa dura prácticamente todo el día, donde los vendedores callejeros hacen su agosto, con la venta de frutas preparadas, chicharrones de harina, cacahuates, pepitas tostadas y otras botanas, donde la gente se desinhibe y saca a flote sus verdaderas inclinaciones y donde pobres y ricos se mezclan para disfrutar del singular carnaval.

Es singular porque los carros alegóricos no han sido armados por expertos artesanos como el Festival de Las Rosas, en la dorada California, sino con el corazón de la gente, a través de la improvisación y el ingenio que se conjugan para sustituir el dinero que se requiere para armar los grandes armatostes.

Aquí no hay premios para el mejor de los carros, sino el aplauso de la gente que por cientos de miles se congrega en el centro de la alcaldía sonde se lleva a cabo la fiesta en donde incluso participan los policías de la jurisdicción, lo que nos hace evocar a los gendarmes de punto del México de los años cuarenta del Siglo XX por la gran convivencia que se vive ahí ese día.

LOS PADRES DE LAS REINAS SE CONVIERTEN EN MECENAS

Sin embargo, ser reina de un carnaval en Iztapalapa no es nada sencillo, ya que los progenitores de estas altezas, tienen que sufragar el pago de las bandas de música que alegran la fiesta, las bebidas que los participantes del carnaval consumen en sus recorridos y lo hacen con gusto, es por eso que esta tradición se mantiene viva en el corazón y el pensamiento de los habitantes de Iztapalapa. Pero no basta con que quien esto escribe se los cuente, hay que ir para disfrutar la fiesta que al igual que la Semana Santa, no se efectúa el mismo día.

Aquí personajes como Bob Esponja, El Chavo del Ocho, Supermán y hasta el fantasmal Chuky, cobran vida a través de las butargas que arman los participantes para hacer realidad el color y la magia que engrandecen el carnaval.

FOTO DE: ÁNGEL GONZALEZ RODRÍGUEZ