La inflación y su impacto en el poder adquisitivo están generando un retorno a lo básico en la lista de prioridades de las personas trabajadoras: la expectativa deincrementos salariales. De acuerdo con un informe de la plataforma Rankmi, poco más del 60% de la fuerza laboral en nuestro país está de acuerdo en que las empresas deben hacer ajustes en los sueldos tomando en cuenta el alza en los precios de bienes y servicios, y el desempeño.

“Hace unos años, cuando en términos económicos las cosas iban mejor, factores como el liderazgo y las oportunidades de desarrollo que tenías en la compañía eran tremendamente predictivas de la satisfacción de los empleados, pero hoy en día, con una inflación que ha subido y con perspectivas económicas más malas, esos factores dejaron de ser tan predictivos y hoy es más importante la satisfacción con la remuneración y la estabilidad laboral”, apunta en entrevista Felipe Cuadra, director de Experiencias y cofundador de Rankmi.

El Banco de México (Banxico) estima que la inflación presionará los incrementos salariales hacia el cierre de año. “Creo que el tener inflaciones elevadas por un largo plazo como lo hemos tenido por 20 meses, en el caso de la subyacente con una tendencia creciente, esto en algún punto puede llegar afectar este tipo de negociaciones salarialesy generar ciertas presiones”, señaló Irene Espinosa Cantellano, subgobernadora del organismo.

El organismo ajustó su expectativa de inflación para el cierre del año a 8.1%, es decir, 1.7 puntos porcentuales por arriba del nivel estimado previamente.

“Este es uno de los puntos que nos indica que debemos ser muy contundentes y cuanto antes tratar de inducir esta inflexión en la inflación, porque definitivamente ya estamos viendo un incremento en las expectativas, sobre todo de mediano y largo plazo, y esto sí podría eventualmente transmitirse hacia las negociones tanto de salarios como también hacia la determinación de precios de ciertos productos y servicios”, apuntó Irene Espinosa durante la presentación del informe del segundo trimestre del año. Fuente: Gerardo Hernández /El Economista.