Por BLAS A. BUENDÍA

El domingo 5 de febrero, día en que se conmemoró el 106 Aniversario de la Promulgación de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos cuyo evento efectuado en la sede del Constituyente de Querétaro, se presentó un desaguisado que salió a relucir las acciones de misoginia por parte del Ejecutivo federal en contra de la primera mujer de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Ministra Norma Lucía Piña Hernández, quien tuvo que soportar los actos pueriles de Andrés Manuel López Obrador.

La Academia de Derecho Penal del Colegio Nacional de Abogados Foro de México A.C. reflexionó sobre la conmemoración, en el que sobresale un tópico, que según el entender de la Abogacía Independiente de la República parece fundamental y, del que es necesario hablar.

Hizo puntual referencia al decir que esa Suprema Ley debe de ser absoluta y totalmente aceptable para los gobernados    —cómo lo es— y, debe ser, además, obligatorio su cumplimiento por parte de la autoridad.

Contradicen esa obligatoriedad ciertos Poderes de la Unión, cuya justificación, explicación o hacer es de difícil comprensión para los versados en leyes, así como para el pueblo, preció el Ateneo.

“Los hombres y mujeres de leyes jamás nos debemos de acostumbrar a ello, nunca debemos de denotar insensibilidad a los actos de autoridad que no acaten el cumplir con los mandatos de esa inmortal Carta de Carranza. La norma constitucional, en principio, tiene valor y razón y eso lo percibe el sentido común, sin embargo, ciertos Siervos de la Nación que se dicen demócratas, eso no lo comprenden y las más de las veces no cumplen con esa obligatoriedad” afirmó.

Los grandes juristas mexicanos del pasado siglo efectuaron diversas definiciones de nuestra Carta Magna, acordes al pensamiento de su época y los cuales deben de ser vigentes en esta Cuarta Transformación de la Nación.

Y efectivamente, don Eduardo Ruiz, político mexicano de fuerte ideología liberal, combatiente contra la intervención francesa, destacó y nos iluminó definiendo la Constitución como “el cuerpo de reglas o máximas, de acuerdo con las cuáles se ejercen los poderes de la soberanía”, aseveró el abogado penalista Alberto Woolrich Ortiz.

Y fundamentó. “Esas leyes o máximas, según el saber actual de muchos togados afiliados a la Academia de Derecho Penal de Colegio Nacional de Abogados Foro de México, es el sistema de normas que conservan el orden y la estabilidad política. Ese orden no debe ser trastocado por motivos irracionales, ocurrencias o por rebeldía en su cumplimiento por parte de ningún poder, aún sea éste el Poder Ejecutivo Federal, representado por la persona de Andrés Manuel López Obrador.

“Resulta absurdo —remarcó— que nuestras autoridades y gobernantes ignoren que la Ley Fundamental contiene un reconocimiento a la independencia en el pensar de los mexicanos. La Carta Magna no nos obliga a pensar igual que el Poder Ejecutivo”.

La Constitución del 17 presiona y compromete a las autoridades electas por voto popular —y a las no electas también— a respetar cualquier forma de pensar. Ese documento histórico sé fundó y se funda en principios liberales y su objetivo primordial lo es asegurar el triunfo y progreso de México sublimado por la Justicia.

Así, pues, continuó, la Abogacía Independiente de la República, una vez más y para no variar, le exige a las autoridades, políticos y gobernantes, con especial mención al Poder Ejecutivo Federal que se cumpla y respete ese sagrado libro de leyes. “¡Es cuánto!”, puntualizó Alberto Woolrich Ortiz, presidente de la Academia de Derecho Penal del Colegio Nacional de Abogados Foro de México A.C.

En la víspera, la ministra presidenta dio que “el orgullo, pero, sobre todo, la responsabilidad se potencia por un hecho: por primera ocasión en nuestra historia una mujer preside el Poder Judicial de la Federación. No es un logro personal, es un indicativo de avance social. Sepan todas y todos que trabajaré porque esta representación en el Poder Judicial Federal se traduzca en una auténtica reducción de las brechas de género y, consecuentemente, en una sociedad más justa e igualitaria”.

Repito las palabras de Donato Bravo Izquierdo, diputado constituyente: “Jamás he pretendido que el Congreso Constituyente de 1917, esté verificando una labor de perfecta sabiduría, pero sí creo que su obra es de evolución social, que hace conmover el cerebro y el alma del pueblo mexicano, ya que la Revolución le ofreció un horizonte de nueva vida que desconocía y que ha debido estudiar para obtener un progreso verdadero. Así, la sangre derramada en nuestras luchas intestinas no será estéril”, cierro comillas, citó.

Si bien se observó el menosprecio del Ejecutivo Federal en contra de la Ministra Presidenta, tiene una profunda lectura. “Evitemos encuentros estériles, reuniones anuales con bellos ejercicios de oratoria, para tras ello, volver al escritorio con la falsa sensación de un deber cumplido.

“Tenemos que esforzarnos más, cuestionar y cuestionarnos, replantearnos cómo  lograr un cumplimiento cabal de nuestra Constitución. La Ley Suprema tiene que ser una realidad en aras de la dignidad de cada persona, en aras, precisamente, de la consecución de los fines del proyecto nacional. La dignidad se construye día a día, con respeto entre los individuos, entre los poderes, e, incluso, entre las naciones!”, mencionó.

Y aseveró: Conforme al paradigma de la centralidad de los derechos humanos, el Poder Judicial —guiado por la Constitución— no sólo resuelve las controversias, no sólo pacifica los conflictos, sino que también promueve y cataliza el cambio social.

“No es accidental que en el vestíbulo principal de la Suprema Corte de Justicia de la Nación esté grabado el apotegma: “Somos siervos de la Ley Suprema para poder ser libres”. Nuestro actuar debe estar apegado al derecho para —de cara a la sociedad— rendir cuentas en el ejercicio de nuestra función. Los juzgadores estamos siempre sujetos al imperio de la ley, pero nuestra función no se limita a una aplicación formal. La independencia judicial es la principal garantía de imparcialidad del Poder Judicial, siempre, en beneficio de la sociedad.

“Como Ley Suprema, la Constitución es un inmenso y muy poderoso manto protector de certeza, de confianza, de seguridad y, sobre todo, de unión entre las y los mexicanos. Nos obliga a todas las autoridades, en el ámbito de nuestras competencias a promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos de conformidad con los principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y —muy destacadamente— progresividad. Hagámoslo posible. Les aseguro a todos que cuentan con el Poder Judicial Federal”, finalizó sin ser ovacionada.

Al presidente López Obrador le fue como en feria, toda vez que en el evento por el 106 aniversario de la Constitución de 1917, el presidente de la Cámara de Diputados, Santiago Creel Miranda —quien también sufrió el desdén del Ejecutivo—, confrontó al presidente Andrés Manuel López Obrador, por el llamado Plan B electoral.

Durante su participación, el panista recriminó al mandatario la reforma que se aprobó sin consensos y que ahora enfrenta varias acciones de inconstitucionalidad ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).

Por ese motivo, Creel Miranda llamó al presidente López Obrador a “rectificar” el camino de sus políticas electorales; así como dejar de lado las diferencias con la oposición

La mejor manera de honrar la Constitución de 1917, que hoy cumple 106 años, es dialogar y traducir nuestras diferencias en bienestar para México, camino de sus políticas electorales; así como dejar de lado las diferencias con la oposición para coincidir y reconciliar.

“Hoy, después de dos alternancias federales incuestionables, era de esperarse que hubiésemos arribado a un amplio consenso en torno a las instituciones y reglas electorales. Esto no es así”, dijo.

Consideró que “nuevamente los acuerdos se frustran. Lo que debe resolver la política y el diálogo, y eso nos toca a nosotros, incomprensiblemente el Tribunal Constitucional lo tendrá que dirimir”; señaló que se debe cambiar, pues “aún estamos a tiempo, no tenemos por qué repetir los errores del pasado”.

Además, opinó que, a pesar de a que se tiene el derecho a defender sus creencias, ideologías y posiciones políticas pero “el límite es la constitución”

“El pueblo es, y siempre ha sido, muchos Méxicos. El reto es encontrar a través del diálogo político, la unidad, no a través de una visión única, eso contradice la esencia de nuestra democracia, concluyó entre miradas encontradas, pero con un dejo de mayor intensidad que denotaba la imparcialidad del actual gobierno y el poder legislativo.

Lo cierto que López Obrador tuvo la desatención de sentar a su lado tanto a los titulares de la Suprema, y del Congreso de la Unión, en aras y reyertas de tipo político que solo dejaron a la interpretación de que  el presidente actúa con el hígado.