El Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH), causante del Síndrome de la Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) no cesa de infectar personas ni cobrar nuevas víctimas, y desafortunadamente la obtención de la anhelada vacuna que se esperaba desde hace una década, todavía va para largo.

La ONUSIDA estima que en 2021 casi 40 millones de personas estaban enfermas de SIDA, y que en ese mismo año se registraron millón y medio de nuevas infecciones, lo que confirma que desde su aparición en 1981 el VIH, no cesa de infectar personas.

En el marco del Día Mundial del SIDA, el organismo hace un llamado a la población para abordar las desigualdades y poner fin a la enfermedad como amenaza mundial.

Para colmo de males, durante los dos años que duró la Pandemia en el mundo por COVID-19, el progreso que se había alcanzado contra el VIH decayó, se redujeron los recursos para combatir la enfermedad y como resultado hay millones de vidas en riesgo.

Pese a los esfuerzos que se han hecho contra el SIDA a nivel global, persiste en el mundo se han profundizado las desigualdades en los servicios más básicos, como el acceso a pruebas de detección, tratamiento y hasta lo más básico que son los preservativos.

Por estas razones resulta fundamental desde el punto de vista de ONUSIDA, incrementar la disponibilidad y calidad de los tratamientos, pruebas y detección del VIH; la urgencia de reformar leyes, políticas y prácticas para abordar el estigma y la exclusión que enfrentan las personas que viven con VIH, así como garantizar el intercambio de tecnologías que permitan un acceso igualitario a la mejor ciencia para investigar y tratar la referida enfermedad.