Para las casas encuestadoras, para los columnistas políticos y gente que sabe de grilla, Salomón Chertorivski Woldenberg, abanderado del partido Movimiento Ciudadano, es el más débil de los candidatos capitalinos, el que menos posibilidades tiene de ganar la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, lo que resulta un tanto erróneo, porque capacidad de gobernar la tiene y hasta de sobra, no hay que olvidar que fue secretario de Salud Federal y secretario de Desarrollo Económico de la ciudad, pero a la hora de confrontar a sus adversarios políticos siente pánico escénico y se encierra en decir que sabe como resolver los problemas de la capital pero no convence, porque le falta vehemencia al expresarse, le falta la fuerza que requiere para atrapar a las audiencias. Al menos eso fue lo que vimos en el primer debate entre los candidatos chilangos.
Quien esto escribe ha cubierto su campaña por casi tres semanas, y ha podido constatar que Salomón Chertorivski sí convence, ilusiona a constructores, convence con su discurso a empresarios reacios como los de Coparmex, le cae bien a la gente con la que dialoga en sus recorridos por la ciudad y responde con elocuencia a la gente que le hace preguntas cuando viaja en el Metro, como tal fue que ocurrió en la Línea Cinco, que va de Pantitlán a Politécnico, pero a la hora de debatir le ganan los nervios, desperdicia momentos clave y aunque no lo inviten se sube al ring político que arman Clara Brugada y Santiago Taboada, porque a él ni siquiera lo cuestionan al estar enfrascados en sus dimes y diretes, lo que le resta puntos con los electores en vez de sumar.
Salomón Chertorivski debe aprovechar los momentos en que está a cuadro para lucirse como político, expresarse con la vehemencia y fuerza que le hemos visto en sus reuniones con industriales y empresarios, olvidarse de sus oponentes y dar lo mejor de sí frente a las cámaras, porque lo ven millones de personas, auditorio que no logra tener en sus recorridos por la Ciudad de México ni en las reuniones a las que lo invitan; se debe centrar más en sus propuestas y exponerlas con seriedad, sin decir que hasta lleva palomitas para divertirse mientras sus adversarios riñen, porque expresiones de ese tipo solo dañan su calidad política.
Ojalá que en este segundo debate, los tres candidatos se centren en sus propuestas y enamoren al electorado con soluciones inteligentes, y no con frases triunfalistas que solo aburren a la audiencia y la alejan de las pantallas, ojalá que así sea porque en el primer debate los tres candidatos quedaron a deber a los cientos de miles de personas que los vieron a lo largo y ancho no solo de la Ciudad de México, sino del país y que están ansiosos de que problemas como el de la inseguridad o la falta de empleos bien remunerados de verdad se resuelvan.