Columna Hablemos de Cáncer

Por IRENE LICONA OCAÑA

Hoy en día aunque no sepamos detalles de la enfermedad, básicamente todo mundo ha oído hablar del cáncer; en general se tiene el concepto de que es una enfermedad que afecta a mucha gente y que puede causar la muerte, de ahí que la sola palabra “cáncer” sigue provocando temor en la población.

Ciertamente el cáncer afecta a muchas personas en todo el orbe y la tendencia según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) es que la incidencia seguirá en aumento en los próximos años; entre otras razones porque la aparición del cáncer tiene que ver con la edad de la población; es decir, al aumentar la edad de la población (hacerse vieja), aumenta la posibilidad en las personas a desarrollar cáncer.

El organismo internacional estima que en el 2020 a nivel mundial hubo 20 millones de nuevos casos de cáncer y 10 millones de muertes a consecuencia de la enfermedad, de acuerdo al último reporte en el 2021. De igual forma vaticina que el cáncer aumentará en un 60 por ciento en las próximas dos décadas, lo que afectará aún más los sistemas de salud, a las personas y comunidades.

Se prevé que la carga mundial del cáncer aumenta a unos 30 millones de nuevos casos para 2040, el mayor crecimiento se producirá en países de ingresos bajos y medianos.

De hecho el cáncer representa la segunda causa de muerte en el mundo –solo superada por las enfermedades cardiovasculares- y en México es la tercera causa de muerte; con el 12 por ciento del total de las defunciones, y cada año se esperan 148 mil nuevos casos (65.5 mil en hombres y 82.4 mil en mujeres).

A nivel clínico el cáncer es multitud. La palabra “cáncer” engloba a múltiples enfermedades (se estiman 200) que pueden ser diferentes en su comportamiento o en su forma de avanzar, según a qué tipo de células o tejidos afecta. Por ejemplo, los síntomas de una leucemia, que afecta a las células de la sangre, no son los mismos que los de un tumor cerebral.

Eso sí, todos los cánceres comparten unas características básicas, que son las que hacen que se utilice una palabra única para englobarlos: cáncer. El primer factor común es que el cáncer es una enfermedad genética, causada por alteraciones en el ADN (ácido desoxirribonucleico).

En la mayoría de los casos el cáncer se produce por la aparición de mutaciones genéticas (en la secuencia de ADN) o epigenéticas (mecanismos que influyen en la regulación de los genes sin afectar a la secuencia de ADN) en genes de susceptibilidad al cáncer. Sin embargo no se trata de cualquier tipo de mutación, sino de mutaciones específicas: unas que llevan a que las células pierdan el control del ciclo celular y puedan empezar a ganar “poderes” o características biológicas que favorezcan su supervivencia.

Entre los súper “poderes” que las células tumorales tienen está:

La capacidad energética para mantener una proliferación continuada. Son células con grandes requerimientos energéticos así que deben adaptarse a obtener energía de donde puedan. Pueden incluso reprogramar su metabolismo, si es necesario, para adaptarse a sus nuevas necesidades.

La evasión de las señales para suprimir el crecimiento. Las células tumorales no respetan los semáforos celulares que indican que es el momento de detener el crecimiento.

Capacidad para evadir la muerte celular programada y no verse afectadas por las múltiples divisiones. Normalmente, las células tienen una suerte de “obsolescencia programada”, un número límite de divisiones que pueden tolerar antes de que se produzcan alteraciones en sus cromosomas. Cuando llega ese momento y en otras situaciones de estrés, las células activan programas de muerte celular como medida de control para evitar que la acumulación de daños pueda repercutir en el funcionamiento o generar problemas a otras células. Las células del cáncer consiguen evitar esos programas y se adaptan a las múltiples divisiones.

Capacidad para inducir la formación de vasos sanguíneos, por donde pueden obtener nutrientes o establecer vías para invadir otros tejidos e iniciar lo que se conoce como metástasis.

Evasión de la acción del sistema inmunitario, algo esencial para no ser reconocidas como perjudiciales (son células sin control) y ser eliminadas.

En resumen, si bien nuestro organismo tiene sistemas para detectar y detener a las células que pierden el control de la división y crecimiento, las células del cáncer son expertas en adquirir características para evitar esos sistemas; empero, no  toda alteración en proliferación o crecimiento celular lleva a un cáncer maligno.

Gracias al trabajo de numerosos investigadores y equipos, hoy en día se conocen muchas de las mutaciones habituales del cáncer, así como muchos genes que cuando están alterados pueden influir en la aparición o avance de la enfermedad.

Se sabe por ejemplo que, cuando algunos genes que intervienen en la proliferación y crecimiento celular sufren ciertos cambios estructurales o funcionales se comportan como “gemelos malvados” que en lugar de controlar que todo vaya bien promueven el caos y el desarrollo de procesos tumorales.  Estas versiones alteradas, conocidas como oncogenes, suelen ser versiones activadas del gen dominante; de forma que solo necesitan producirse en una de las dos copias que suele haber de cada gen para contribuir al inicio de un tumor. El gen KRAS es un ejemplo de oncogén. Este gen codifica para una proteína que interviene en rutas de señalización celulares relacionadas con el crecimiento y la división.

ADN libre de células cancerígenas, revolucionaria tecnología en tratamientos contra el cáncer

Preocupado porque cada vez los tratamientos contra el cáncer sean más efectivos y los pacientes logren una vida libre de cáncer, Maen Abdelrahim, médico gastro-oncólogo del Hospital Houston Methodist, estudia junto con su equipo, una nueva tecnología que identifica células de cáncer en una persona que haya sido sometida previamente ya sea, a un trasplante por cáncer o bien, a terapias de quimio o radio. El objetivo principal del tratamiento es curar el cáncer o prolongar la vida del paciente.

 “Lo que estamos buscando con esta tecnología que se desarrolla a partir de una prueba de sangre, es la presencia de enfermedad residual mínima o bien, la presencia de un cáncer cuando pensamos que ha sido extirpado o eliminado.

Generalmente hacemos esta prueba después de una cirugía curativa para evaluar cualquier cáncer residual, tratamiento u otra cirugía ya sea trasplante o terapia regional. Otro aspecto que queremos ver es que el ADN en la sangre se puede usar como una fotografía del instante para decirnos cuál es la firma genética del tumor o el perfil molecular de este, por así decirlo. Ese ADN podría secuenciarse y, en este caso, podemos tener información sobre la composición genética de ese tumor específicamente para ese paciente”, explica Abdelrahim.

La prueba no puede usarse como un medio preventivo, pero sí de vigilancia ya que puede aportar alguna indicación temprana de que el cáncer está regresando.

Por ejemplo, “si tenemos un paciente con cáncer y este cáncer se extrae, en teoría ese paciente está curado, entonces continuamos vigilándolo a través de estudios de imágenes. Pero, esta tecnología puede proporcionar un buen método de vigilancia para este paciente al tomar análisis de su sangre en diferentes momentos. Esa es la belleza de esta prueba. De hecho, puede proporcionar una detección temprana de la recurrencia del cáncer después del tratamiento curativo” especifica el especialista.

El uso de esta tecnología revolucionaria de ADN también está pensado para pacientes que han recibido un trasplante por cáncer y al respecto. “Esta tecnología se puede aplicar como una tomografía computarizada de ADN para hacer una prueba después del trasplante y evaluar la recurrencia del cáncer o una enfermedad residual después del trasplante”, refirió el oncólogo.

En el Hospital Houston Methodist “usamos esta tecnología en esta población de pacientes, somos uno de los dos principales centros que usan ADN por tomografía computarizada para postrasplante para la población de pacientes en Estados Unidos”, precisó.

“Este es un campo en evolución y es una tecnología innovadora para incluir en el tratamiento de poblaciones de pacientes y trasplantes ya que proporcionará una intervención temprana y aumentará la supervivencia de cáncer en el mundo”, concluyó Maen Abdelrahim.

Gracias a los avances en el campo de la genética y muy en particular al descubrimiento del ADN, (que este 25 de abril se celebró el Día Mundial del ADN, para conmemorar el descubrimiento de la estructura doble hélice del ácido desoxirribonucleico), que hoy en día se tienen grandes avances y tratamiento para curar el cáncer.